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19 de diciembre de 2014

Crónica final, volvimos al Comcar

Y aquí estamos de nuevo, dejando nuestras pertenencias en la entrada y nuestros documentos  a un par de policías. Se termina el año, otro viernes de visita a la cárcel. Un día común en que los presos hacen sus actividades diarias como deportes, trabajo, estudio. Esta vez no tocó un día soleado.

La cárcel está igual, la quinta repleta de especias, las calles limpias, la locura diaria de los llamados al director, de la transferencia de presos de un centro a otro. El mate siempre presente acompañando a los presos en el patio durante su tiempo libre. Cada preso con su chaleco fluor, que los identifica y los unifica porque a pesar de que hayan entrado por diferentes motivos todos están ahí para lo mismo: cumplir su pena, aunque algunos también buscan rehabilitarse.

La montaña de desechos que habíamos visto en nuestra anterior visita se ve mucho más reducida, tal y como nos había dicho el director en nuestra anterior visita: “poco a poco los escombros irán desapareciendo”. La capilla sigue en el mismo lugar, con la misma escasez de gente, apenas una o dos personas transitaban el lugar. Los deportistas, siguen siendo deportistas: corriendo tras una pelota desesperadamente, como si estuviesen por anotar el último gol del campeonato del mundo: se los ve entusiastas, emocionados, divertidos. Otra vez no pudimos entrar al Polo Industrial, pero vimos cómo tres o cuatro presos sacaban bloques y los ordenaban de manera perfecta en el patio que está al lado.

Algunos son simpáticos, otros indiferentes, pero todos parecen respetar la autoridad, hacer un buen papel, en especial con los visitantes. La visita fue mucho más corta, no hicimos entrevista pero sí tuvimos la oportunidad de charlas con unos internos que estaban saliendo de trabajar. Uno de ellos nos contó que lo habían trasladado de módulo y que ahora sólo compartía celda con un compañero. No sabemos por qué pero siempre quieren contar por qué están ahí, qué fue lo que hicieron para que los procesaran, parecen tener la necesidad de hablar. Esta vez el motivo de la visita fue justamente ese, una visita: rápida, sin querer interferir nuevamente en las actividades que se llevan a cabo a diario. La primera visita realizada al empezar el semestre fue un pantallazo general de lo que trabajaríamos, luego de todas las entrevistas y las investigaciones realizadas.

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